CAPÍTULO 14

DOBLE ENGAÑO CAPÍTULO 14

¿CÓMO DIJO?
¿UN HIJO... de Claudia, con MÁXIMO?
¡Ah carambas! Revelación tras revelación con esta gente. Sorpresa tras sorpresa. Uy, y con lo impulsivo que es nuestro protagonista…

INT./DEPARTAMENTO DE ALEJANDRO/NOCHE




MÁXIMO: ¿Un hijo? ¡Ja, qué buena broma me estás jugando!  No, Claudia, si hubiésemos tenido un hijo, no me lo estarías diciendo hasta ahorita.

CLAUDIA (DESESPERADA): De veras contigo que no entiendes. ¿Y cómo te lo habría dicho si apenas ayer nos volvimos a encontrar?

MÁXIMO: Pos… Ah, ¡pos no sé! No sé ni qué pensar, caray.

De repente empieza otra vez con la tos, pero esta vez más fuerte.

CLAUDIA: Híjoles, ¿y no estás tomando nada para la tos? ¿Qué es, bronquitis, neumonía, algo así?

Cuando finalmente puede hablar, aunque débilmente, dice,

MÁXIMO: Es… una enfermedad… pero… voy a hacer cita pa’ ver… a otro médico… muy pronto.

CLAUDIA: Chispas, pos que sea lo antes posible, porque esto no me gusta.

MÁXIMO (IRRITADO): Bueno ya. A ver, continuemos con lo del hijo. ¿De verdad te embarazaste aquella noche, después de la feria?

CLAUDIA: Sí, segurísima, tan segura como me llamo Claudia González.

MÁXIMO: Ahhmmm… (Se queda reflexionando sobre eso por algunos instantes) Un hijo… un mínimo… mío, y tuyo… ¿pero dónde está? ¿Por qué no me lo traes pa que lo vea? ¿Qué edad tiene?

CLAUDIA: Treinta. Es un gran hombre. Trabajador, proveedor, inteligente, guapo…

MÁXIMO: Quiero verlo. ¡Quiero verlo en este momento!

CLAUDIA: A ver, a ver, no tan rápido, así no funcionan las cosas. Antes tengo que hablar con nuestro hijo y prepararlo.

MÁXIMO: ¿Él sabe… quién es su padre?

CLAUDIA: Sí, de que sabe, pos sí sabe. Nunca le he ocultado nada, hasta lleva tu apellido.

MÁXIMO (SE SOBRESALTA): ¿Y eso? ¿Cómo le hiciste pa’ hacer eso sin que yo estuviera enterado?

CLAUDIA: Tu padre lo hizo. Tus padres se hicieron cargo de nosotros cuando te fuiste, y ellos estaban listos pa decirte que tenías un hijo, nomás que no les fue posible ir a verte, y…

MÁXIMO (ADOLORIDO): No sigas, ya no sigas. Lo que ahora importa es conocer a mi hijo. ¿Cuándo me lo vas a presentar?


INT./LA CASCADA/RECÁMARA DE MARIANO/DÍA/LUNES 17 DE AGOSTO



Ya es un nuevo día, es Lunes, y puede que sea un día normal, pero puede que no. Nunca se sabe con esta gente.
Ahí tenemos a Mariano, quien despierta en su cama sintiéndose muy mal por lo de la noche anterior.

MARIANO: Ahh… mi cabeza… no aguanto este dolor… (Se talla los ojos e intenta recordar cómo llegó a sentirse tan mal.)Ay, no vuelvo a tomar, puros malditos problemas y malestares…

Alguien toca la puerta. En realidad tocan bastante despacito, pero como Mariano siente que se le va a estallar la cabeza, se escucha como una ametralladora.

MARIANO: ¿Quién?- (Se tapa los oídos con la almohada.)

DULCE: Mariano… tu padre quiere verte. Te está esperando en su despacho.

MARIANO: Dile que primero me voy a bañar y después bajo a hablar con él. (Cuando Dulce se va, Mariano se levanta para meterse a bañar.) No, nunca más, no me puedo ni parar.

Pos si no te hace bien el alcohol, ¿pa qué tomas? #PobreMarianito


INT./LA CASCADA/BODEGA/DÍA


En la bodega de la hacienda, se encuentra Santos trabajando en la nómina de todos los empleados de la hacienda, pero en su mente resuenan las palabras que Máximo le dirigió el sábado:

“No necesito que te preocupes por mí. No eres nada mío… y en vez de estar ahí parado como un idiota, tratando de resolver lo que no te corresponda, ponte a buscar ese archivo que pa eso te pago.”

SANTOS (pensamiento): Si supieras que soy tu hijo, y que por tantos años, mi sueño ha sido conocerte y convivir contigo…  (Se le forma un nudo en la garganta, y se forman lágrimas en sus ojos. Recuerda su infancia, sin una figura paterna. Una de esas lágrimas rueda por su mejilla y cae, mojando el papel de la logística.) Pero ya ni llorar es bueno. A seguir trabajando, “que para eso me paga mi padre.”

En eso, entra Marielena, sin tocar ni nada. Les digo, esa mujer no tiene nada de modales.


SANTOS (ARISCO): ¿Se te ofrece algo?  (No le cae nada bien la señora esa, y pos con justa razón. Ella nunca ha sido amable con él.)

Marielena se da cuenta de que trae los ojos llorosos.

MARIELENA: Uy, ¿y quién te hizo llorar? ¿Te dejó tu mujer por alguien mejor que tú?

SANTOS (limpiando los ojos con la mano): No estaba llorando. Me dio alergia, es todo.

MARIELENA (burlándose): Ay, qué simpático, ha de ser cosa de familia, porque hay gente alérgica en tu familia, ¿no es así?

Ah, caray. Santos se levanta de su asiento.

SANTOS: ¿Qué quieres decir con eso? ¿Tú, de dónde conoces a mi familia?

MARIELENA (encogiendo los hombros): Pos qué te puedo decir, mejor que eso me lo platiques tú… Santos Valtierra González.

¡En la torre! Ahora sí que el muchacho se pone a la defensiva.

SANTOS: ¿Qué dijiste?

Mordió el anzuelo. A eso quería llegar la muy malvada.

MARIELENA: Yo no dije nada malo, sólo dije tu nombre, Santos Valtierra González. No me puedes negar que así te llamas, porque lo vi en tu IFE.

Santos recuerda, entonces, que dejó su cartera sobre su escritorio.

SANTOS: Está bien, ¿y? ¿Qué pretendes, chantajearme o qué?

MARIELENA (riendo con cinismo): Ay, claro que no, no pretendo nada. Nada más quiero saber… ¿cuál es tu parentesco con el patrón, y por qué nunca nos ha dicho nada?

SANTOS: Mira, la verdad es que en este momento, no estoy para explicaciones. Tengo muchas cosas que hacer, y no tengo por qué contarte mí historia familiar, si no eres ni mi amiga ni mi patrona.
¡Bien por el muchacho!

MARIELENA: Tan pelado como todos los Valtierra. (Sale de la bodega) Está bien, pelado, no me cuentes nada, pero de todas formas, me voy a enterar.


INT./PUEBLA/COLEGIO NUEVOS HORIZONTES/DÍA


En el Colegio Nuevos Horizontes, está todo el personal docente reunido. Entre ellos se encuentran Lizbeth, y Blanca, la mamá de Laura. Aparentemente, todo el mundo está esperando al jefe.


LOLA: No entiendo por qué estamos esperando. En vez de estar aquí perdiendo el tiempo, podríamos estar haciendo algo productivo.

HERNÁN: No podemos empezar sin el licenciado Granados. No debe tardar.

LOLA: Pues si no llega en diez minutos, yo ya me voy a la sala de maestros a trabajar.

Y en eso, se abre la puerta y entra una figura imponente. Viene vestido de camisa rosa claro, pantalón beige de vestir, mocasines cafés, y una larga gabardina beige. Está cojeando un poco, por lo que se apoya en un bastón.

HERNÁN: Bienvenido, licenciado Granados.

El licenciado hace una reverencia. Lizbeth y Blanca intercambian miradas.

BLANCA (PENSAMIENTO): Este señor se parece mucho al esposo de mi amiga Adela…

LIZBETH (PENSAMIENTO): Cómo se parece a Don Máximo…


INT./LA CASCADA/DESPACHO DE MÁXIMO/DÍA



Pero el verdadero licenciado Granados se encuentra en el despacho de Máximo, vestido con otro traje campirano de su hermano. Está revisando todos los archivos importantes que Máximo tiene en la computadora.

ALEJANDRO (PENSAMIENTO): Espero que nadie se ha dado cuenta de que no sé montar caballo. Sé que Máximo recorre sus tierras a caballo cada mañana, pero nadie dijo nada cuando lo hice esta mañana a pie. (Alguien toca la puerta.) Adelante.

Es Mariano, todavía sintiéndose mal.

MARIANO: ¿Me mandaste llamar?

ALEJANDRO: Sí, siéntate.

En realidad, Mariano no recuerda nada de la noche anterior, de que insultó a su “padre” y le dijo cosas horribles, burlándose de él. Su cabeza le duele tanto que le impide pensar.

ALEJANDRO: ¿Te sientes mal?

MARIANO: Sí, me duele la cabeza y siento náuseas. Tengo el estómago todo revuelto…

ALEJANDRO: Ah, qué contrariedad. (Finge el acento norteño de Máximo) ¿Cuándo entras a la escuela?

MARIANO: Dentro de ocho días. No, nueve, porque el primer día es entrega de materiales y eso.

ALEJANDRO: Ahhhmmm… (Recuerda que Máximo tiene un tic, el de girar los pelos de su bigote cuando se pone pensativo. Alejandro también usa bigote, así que gira los pelos como lo ha visto hacer a su hermano.) Bueno, tómate una pastilla, porque te quiero invitar a hacer algo que seguramente te va a gustar mucho.

No, bueno. Eso sí que no lo esperaba.

MARIANO: ¿Tú, invitarte a mí?

ALEJANDRO: Sí, hace mucho que no hacemos nada como padre e hijo… y tengo una sorpresa para ti, mijo. ¿Qué dices? ¿O tienes algo que hacer?

MARIANO: No, pero… (Está tan aturdido que no sabe ni cómo responder.) Bueno, sí, está bien, nada más me tomo algo para este malestar, ¿sí?


EXT./AGUA SALADA/JARDÍN/DÍA




Armando anda armando un plan, y así esta mañana está afuera de su casa, dando instrucciones a su personal.

ARMANDO: Esta noche habrá cena en la casa, así que todo tiene que quedar como a mí me guste. Celia, quiero que tú supervises el menú, la limpieza de la casa, que no falte ningún ingrediente, y que todas las empleadas domésticas cumplen con sus respectivos deberes.

CELIA: Será como usted ordene. ¿Tienes algo en mente para el menú?

ARMANDO: Sí, por supuesto. El plato principal será puntas de filete al chipotle. Le acompañará una ensalada verde con jitomates cherry, nueces de castilla, y queso de cabra. El aderezo lo dejo al juicio del personal de la cocina. También habrá arroz rojo, y harán una salsa picosa. El postre será pay de queso con fresas, y de tomar, un vino tinto de los que tenemos, después les muestro cual.

ELENA: Pero Señor, si me permite hacer una observación… (Elena ha sido cocinera de la familia por muchos años.)

ARMANDO: Adelante.

ELENA: Como la cena es para don Máximo y su familia… recuerdo cuando don Máximo trabajó aquí hace varios años, y… no le gusta el chile chipotle ni el queso de cabra. Es más, aborrece esos ingredientes.

ARMANDO: Pues no es el único invitado, y si no le parezca, que se quede sin comer.

Y eso es justamente lo que Armando quiere lograr, que Máximo tenga un berrinche y quede mal delante de todos los invitados. En su mente, ha creado el escenario perfecto pa que cada vez Adela se convence más y más que entre Armando y Máximo hay una gran diferencia, y que el primero es el hombre que tuvo que haber elegido.


EXT./PUEBLA/EL MUSEO DEL AUTOMÓVIL/DÍA


Alejandro sí que puso atención cuando Máximo le habló de los intereses de sus hijos.  Ha llevado a Mariano al museo del automóvil en Puebla. Sepan ustedes que para Mariano, esto es un gesto muy noble. Jamás pensó que su padre haría algo así por él. Nunca tuvieron tan buena relación, y el solo pensar que el museo de automóvil queda en Puebla y Máximo no ha llevado a su hijo ni una sola vez… eso comprueba que jamás han sido muy unidos.

ALEJANDRO: ¿Te gusta, mijo?

MARIANO: Neta, está de pelos.

ALEJANDRO: Sabía que te iba a gustar. (Señala con el dedo a un coche antiguo.) Ah, que chulada de auto, se me figura mucho a los años 40.

Hay algo tan diferente en la actitud de su padre que Mariano no logra comprenderlo. Habla igual, se viste igual, pero su actitud es otra. Después de haberse portado como el peor de los patanes, ahora esto. Es insólito.


INT./PUEBLA/COLEGIO NUEVOS HORIZONTES/DÍA

Pero nadie ni siquiera sospecha lo que realmente está sucediendo, que en estos momentos, el verdadero Máximo Valtierra está en una junta de consejo técnico escolar en el colegio Nuevos Horizontes. Hasta ahorita no ha resultado tan difícil para Alejandro hablar como norteño, pero para Máximo sí le va a costar minimizar su acento norteño e intentar hablar tan elocuentemente como su gemelo.

MÁXIMO: Ya estoy aquí. Podemos comenzar.

HERNÁN: ¿Qué te pasó?

MÁXIMO (EVASIVO) Ah… me caí. (Abre una carpeta.) Este, bueno… comenzaremos presentándonos. Para los que no me conocen, soy Alejandro Granados. Me gustaría que todos digan su nombre y la asignatura o grado que van a impartir…

Ah, tú muy bien, hijo, hablando como todo un profesional. Todos los profesores empiezan a presentarse, pero Máximo se impacta al darse cuenta de la presencia de Lizbeth y de Blanca.

MÁXIMO (PENSAMIENTO): ¡Me lleva! ¡La sobrina de Armando y la amiga de Adela trabajan aquí! Más les vale que no sospechen nada, porque de lo contrario… ya me metí en camisa de once varos.